Silogismos entimemáticos y entimemas retóricos

Enthymematic syllogisms and rhetorical enthymemes

 

Gerardo Ramírez Vidal

grvidal18@gmail.com

Universidad Nacional Autónoma de México

Instituto de Investigaciones Filológicas

Centro de Estudios Clásicos

Ciudad de México, México

Fecha de recepción: 15-10-15

Fecha de aceptación: 26-12-15

 

Ramírez Vidal, G. (2016). Silogismos entimemáticos y entimemas retóricos.

Quadripartita Ratio: Revista de Retórica y Argumentación, 1(1), 100-108. ISSN: 2448-6485

[100]

Resumen: Existe un problema con la traducción de los términos griegos y latinos en relación con la argumentación en general y sobre algún filósofo particular. Ejemplo de ello es el caso de Aristóteles. Así, mientras el término aristotélico “silogismo” (συλλογισμός) ha sido traducido de diferentes maneras, el de enthýmēma (ἐνθύμημα) ha dado lugar a problemas de connotación. Lo que aquí, básicamente, presentaré son dos propuestas: a) que para Aristóteles existen dos tipos de entimemas y b) haré una ponderación de algunos significados de la palabra en cuestión (entimema). Se terminará con unas breves conclusiones sobre la importancia del papel del entimema retórico.

Palabras clave: Entimema, silogismo, argumentación, paradigma.

Abstract: There is a problem with the translation of Greek and Latin terms relating to argumentation in general and concerning any particular philosopher. Aristotle’s case is a clear example of this. While the Aristotelian term “syllogism” (συλλογισμός) has been translated in different ways, enthýmēma (ἐνθύμημα) has led to connotation problems.  So, my intention is twofold in this paper: a) to argue that there are two different kinds of enthymemes for Aristotle; b) and to weigh some meanings of the word in question (enthymeme). Finally, I will conclude by mentioning the importance of the rhetoric enthymeme’s role.

Keywords: Enthymeme, syllogism, argument, paradigm.

[101]

Los sentidos de los términos grecolatinos relativos a la argumentación no han sido hasta hoy enteramente definidos, ni de manera general ni en relación con algún filósofo en particular, como sucede en el caso de Aristóteles. El propio término aristotélico silogismo (συλλογισμός) ha sido traducido de varias maneras al español: “deducción”, “razonamiento”, “argumento” y “silogismo”, lo cual, por lo menos, resulta desconcertante. En cambio, ese problema no existe en relación con la palabra enthýmēma (ἐνθύμημα), pues se acostumbra transliterarla en “entimema”, aunque se han intentado algunas traducciones. En este caso, el problema es más bien la connotación que se da a esa palabra, asunto sobre el cual los filólogos han ofrecido aportes satisfactorios, sobre todo para desterrar la idea de que esa palabra significa en Aristóteles “silogismo incompleto”, lo cual es cierto, aunque a mi juicio se ha caído en otro error al considerar errónea esa connotación de entimema, pues tal connotación existe en la tradición filosófica a partir de los estoicos, con consecuencias importantes, al igual que otros empleos no aristotélicos que han quedado en desuso, pero que parecen haber tenido una amplia difusión en la Antigüedad. Es como si afirmáramos que William Shakespeare o Miguel de Cervantes emplean erróneamente algún término y quisiéramos corregir su uso, en vez de limitarnos a aclararlo y registrarlo.

El problema de fondo es que, en esos estudios sobre la argumentación, en primer lugar, se tiende a considerar como válida o más válida la filosofía peripatética frente a las demás filosofías (incluida la estoica) y, en segundo lugar, a valorar el pensamiento teórico y filosófico frente a los empleos prácticos (la filosofía frente a la enseñanza retórica; Platón frente a Isócrates). En el caso de Aristóteles, el empleo de entimema como un silogismo retórico o como “el cuerpo de los medios de prueba” es propio de él, pero ello no implica que se deba descalificar como improcedentes otras connotaciones.

En las páginas siguientes voy a presentar dos propuestas sobre los entimemas[1]. La primera consiste en señalar que, en Aristóteles, existen dos tipos diferentes de entimemas. Con esa finalidad presento una clasificación de los diversos tipos de silogismos y las funciones que éstos desempeñan en la lógica, la dialéctica y la retórica aristotélicas. La segunda se refiere a la ponderación de otros significados de la palabra en cuestión, como un argumento incompleto, que la filosofía estoica heredó a la tradición retórica, y como un argumento con contradicción, propio de la retórica escolar. Al final, presento unas breves conclusiones acerca de la importancia y el papel del entimema retórico.


El entimema y los silogismos en Aristóteles

Voy a exponer brevemente lo que se puede decir en relación con los entimemas, los argumentos, los razonamientos o silogismos apodícticos y dialécticos y los que aparentan ser silogismos, pero no lo son, según la doctrina aristotélica.

Para empezar, el entimema no aparece en las clasificaciones que se presentan en la Dialéctica o Tópicos. Al comienzo del libro primero de esta obra (To. 100a27-100a4), Aristóteles divide en tres los silogismos: (1) apodíctico, (2) dialéctico y (3) erístico; en cambio, en el libro octavo (To. 162a15-18) establece una lista de cuatro silogismos: (1) apodíctico o philosophema, (2) dialéctico o epiquerema, (3) erístico o sofisma y (4) el silogismo dialéctico de contradicción [102] u objeción (apórēma) (To. 162a15-17)[2]. En el capítulo segundo de las Refutaciones sofísticas (SE 165a38-b8), Aristóteles se refiere a cuatro silogismos: (1) apodíctico, (2) dialéctico, (3) erístico y (4) el peirástico o examinativo, siendo este último una especie particular de silogismo dialéctico correspondiente al apórēma. A los anteriores silogismos se agrega un quinto silogismo: (5) el paralogismo, que proviene de lo que es propio de cada ciencia, pero no es verdadero[3].

En la Retórica, Aristóteles presenta la clasificación propia de la retórica, que divide en pruebas técnicas y no técnicas. En las segundas se enlistan testigos, confesiones bajo suplicio y documentos; entre las primeras se encuentran los medios de prueba que provienen del ēthos, el pathos y el logos (Rh. 1355b3556a5). En esta lista no se encuentra el entimema, sino en una segunda división de las pisteis en cuanto a su forma deductiva o inductiva. A la primera pertenece el entimema o “silogismo retórico”; a la segunda, el ejemplo. Afirma que “el ejemplo es una epagōgē; el entimema es un silogismo y el entimema aparente es un silogismo aparente” y en seguida continúa diciendo: “Pues bien, llamo enthýmēma al silogismo retórico y ejemplo a la epagōgē retórica” (Rh. 1356b2-6)[4]. De tal manera, el filósofo agrega el entimema como sexto silogismo (6)[5], no como uno de los medios de prueba.

Aristóteles distinguió entre silogismos verdaderos y silogismos aparentes, pero no verdaderos. Siguiendo esta división, el mismo filósofo dividió los entimemas en verdaderos y aparentes. Por ejemplo, argumentar que Alejandro raptó legalmente a Helena, pues el padre le había concedido a ella el derecho de elegir marido, es un entimema aparente, pues ese derecho valía para elegir marido sólo la primera vez. Otro ejemplo es el de la policía que toma preso a un joven a altas horas de la noche porque tiene el pelo largo, debido a la idea compartida por muchos de que quienes tienen el pelo largo son delincuentes.

Ahora, todos los silogismos anteriores son demostrativos (ya sea verdaderos o aparentes), y a ellos debemos agregar los refutativos (también en este caso, verdaderos y aparentes), aplicable lo anterior en el ámbito de la dialéctica y de la retórica.

En la lógica o analítica, Aristóteles estudia los silogismos demostrativos, además de otras especies de silogismos, entre los que se encuentra el entimema, enthýmēma, al cual Aristóteles dedica el capítulo final (27, 70a10-70b39) de los Analíticos primeros. Ahí define al entimema como “un silogismo a partir de verosímiles o de signos”, quien aclara que lo verosímil es “lo que se sabe que la mayoría de las veces ocurre así o no ocurre así, o es o no es” y que el signo “quiere ser una premisa apodíctica, necesaria o creíble” (Arist. APr 70a10-15)[6]. En este caso, no parece [103] que Aristóteles se esté refiriendo a razonamientos retóricos, pues éstos no son ni apodícticos ni necesarios (aunque sí creíbles), sino que se refiere a entimemas en el ámbito de la lógica o analítica. En efecto, afirma Anderson (2000: 44):


Aristóteles reconoce que en la práctica retórica hay dos géneros de ἐνθυμήματα, es decir, aquellos cuτyas προτάσεις (premisas) se fundan en puntos de vista o hechos establecidos y aquellos que dependen de métodos particulares de argumentación (τόποι). Sólo los últimos son silogismos retóricos propios (ἐνθυμήματα, discutidos por completo en Rh. 2.18-23) […] El ἐνθύμημα retórico, no es un συλλογισμός en sentido técnico.

Por ello, a mi juicio, el enthýmēma puede considerarse desde un punto de vista general (“un silogismo a partir de verosímiles y signos”) y desde uno particular: el enthýmēma retórico. A este último parece referirse el filósofo en el capítulo 1 de los Analíticos segundos, cuando afirma que toda enseñanza y todo aprendizaje dianoético (APo. 71a1)[7] se da a partir de un conocimiento preexistente. Menciona primero las ciencias como la matemática; luego, los razonamientos o logoi que se dan mediante silogismos o deducciones y mediante la inducción o epagōgē (APo. 71a5-6)[8] y en tercer lugar, los discursos retóricos, los cuales persuaden “ya sea mediante paradigmas, lo que es la epagōgē, o bien mediante entimemas, lo que es el silogismo” (APo. 71a9-1)[9] entendiendo aquí silogismo en sentido general. Además, entre las obras del estagirita se encuentra una titulada “Entimemas retóricos” (Ἐνθυμήματα ῥητορικὰ), en el número 84 de la lista de las obras de Aristóteles de Diógenes Laercio (5.24.30). El título causó el asombro de Moraus (1951: 102), quien la llama: “apelación pleonástica”, explicando en nota que “un entimema es, por definición, un silogismo retórico”. Pero no es así: también hay entimemas lógicos.

En suma, el entimema retórico se distingue del entimema que parte de verosímiles y signos, objento de la analítica o lógica. Se distinguen también por su telos: la finalidad del silogismo apodíctico, analítico o lógico es la validez del razonamiento; el razonamiento retórico está enderezado a la persuasión y a la convicción que se pueda alcanzar en el público. De cualquier modo, la analítica y la retórica tienen dos objetos de estudio diferentes llamados enthýmēma.

De la exposición de las clasificaciones de los silogismos, podrá obtenerse el cuadro siguiente:

SILOGISMOS

ANALÍTICA

DIALÉCTICA

RETÓRICA

1        Apodíctico

X

 

 

2        Dialéctico

 

X

 

3       Erístico

 

X

 

4        Examinativo

 

X

 

5        Paralogismo

X

X

X

6        Entimema

X

 

X

Los silogismos aquí enumerados no son todos, pues habrá que agregar las objeciones, los sofísticos o los basados en otras artes como la geometría, además de las refutaciones; de cualquier forma, aquí aparecen los más representativos. La retórica emplea en realidad cualquier tipo de argumento que tenga a la mano, del apodíctico al erístico, pero los entimemas y los paralogismos son los medios de prueba propios de la retórica. Podrá observarse también que el entimema retórico queda fuera del ámbito de la lógica, pero también queda fuera del campo de la dialéctica, aun cuando ésta se basa en verosímiles, pues la finalidad del silogismo dialéctico es el conocimiento verosímil mediante la [104] refutación basada en reglas. La finalidad del entimema es la persuasión, como ya se ha repetido.

El entimema en la retórica escolar

En Aristóteles encontramos un genuino y fino sistematizador y clasificador de los fenómenos del lenguaje, que divide en los tres ámbitos antes indicados. Pero los modernos con frecuencia hacemos graves confusiones (aunque no fundados en alguna teoría a la complejidad) en los empleos de la terminología aristotélica, como sucede, por ejemplo, en el caso de ēthos, del que han abusado los estudiosos del discurso, dotándolo de sentidos sin rigor semántico. Del mismo modo, confundimos al entimema analítico (silogismo cuyas premisas provienen de verosímiles y de signos, o silogismo incompleto en el caso de los estoicos) con el entimema retórico (que es el cuerpo de las pisteis). Y no contentos con ello, ampliamos el entimema a la dialéctica, aunque ese término no se mencione en la dialéctica de Aristóteles. Peor aún, consideramos que con lo anterior tenemos ya en nuestro poder la noción completa de entimema, aunque no tomemos en cuenta a los mayores maestros de la retórica como Isócrates, Anaxímenes de Lámpasaco (autor de la Retórica a Alejandro), Hermágoras de Temnos, Hermógenes, el auctor de la Retórica a Herenio, Cicerón, Quintiliano y muchos otros. ¿Qué habían ellos dicho acerca del entimema? ¿El entimema es un concepto retórico o filosófico? ¿Es legítimo emplear ese término para describir la enseñanza de la retórica para su aplicación práctica?

Es importante el conocimiento que tenemos de la filosofía, incluso el conocimiento en sí y para sí, aunque no tenga utilidad alguna  (las enseñanzas de Aristóteles no eran para formar oradores). Por ello, se deben resolver los problemas antes planteados. Pero también se tienen que abordar los conocimientos utilitarios y prácticos en otros autores, aunque no sean filósofos.

Como bien se sabe, Aristóteles da al término enthýmēma una importancia central en su teoría retórica[10]. Pero esa palabra no tenía en su época, ni antes ni después, la importancia que él le otorga, ni el sentido técnico con que lo emplea. Pueden observarse sentidos comunes de la palabra y connotaciones técnicas. Entre los primeros, bien se sabe que significa “pensamiento”, “razonamiento”, “argumento”, “significado” (véase LSJ, s.v.), “idea”, “plan”, etc. Por ejemplo, en el Edipo en Colono de Sófocles, Edipo dirige a los atenienses sus argumentos y súplicas para que lo acojan, a las que el corifeo responde: “Oh anciano, las reflexiones [enthymēmata] que vienen de ti tienen que turbarme, pues han sido dichas con palabras no breves” (S. OC 292-294)[11]. En Jenofonte, enthýmēma tiene el sentido de “plan” o “maniobra” que se hace con buen tino. Así, la “maniobra” de Agesilao en una escaramuza contra los tebanos parecía buena (X. HG. 5.4.51)[12].

En los maestros la palabra enthýmēma aparece con otras connotaciones, ya sea para referirse al contenido o las ideas del discurso frente a los recursos estilísticos o lexis, o bien para indicar un medio de prueba. En el primer sentido se encuentra en Alcidamante[13] e Isócrates[14]. En el segundo sentido aparece en la Retórica a Alejandro, quien, al igual que Aristóteles[15], elabora una lista de medios de persuasión (pisteis), en dos series: los que provienen de las palabras y de las acciones (verosímil, ejemplo, indicio, entimema, sentencia, signo y prueba) y los agregados (la opinión del orador, los testigos, los juramentos, los testimonios de los esclavos)[16].

Si comparamos con el sistema aristotélico, veremos una gran diferencia: en el filósofo, el entimema [105] es una forma de silogismo; en Anaxímenes, un medio de prueba; se encuentra en una lista de recursos prácticos para elaborar el contenido del discurso; es un tipo de argumentos que se basa en la contradicción en las palabras del orador y entre las acciones con respecto a lo justo, lo bueno, la propia actitud del orador, etc., y se caracteriza por su brevedad (Anaxim. Rh. Al. 1430a23-39)[17].

Por otra parte, en la lógica posterior a Aristóteles, el entimema fue considerado un silogismo incompleto (συλλογισμὸς ἀτελής), de manera que podría pensarse que al no estar completo, es un razonamiento cojo, esto es, que cojea y, en consecuencia, es defectuoso. Aunque se atribuyó a Aristóteles esta característica, fueron los estoicos quienes dieron ese significado al entimema, que luego adoptaron algunos comentadores y filósofos posteriores, sentido que ha tenido mucho éxito en la época moderna y en la actual, y que no se ha podido desterrar a pesar de los esfuerzos de los estudiosos de Aristóteles[18].

Sin embargo, no veo motivo para rechazar el significado de entimema como un silogismo monolemmático (de una sola premisa), que se debe atribuir no a Aristóteles sino a los estoicos, quienes predominaron en el campo de la lógica (y de la filosofía en general) a la muerte de Aristóteles. El problema de fondo es más bien que las nociones, descripciones y definiciones de la filosofía aristotélica han desplazado las contribuciones que los maestros de retórica no-filósofos (que eran la gran mayoría) hicieron en el campo de la retórica, de una retórica pedagógica más práctica que teórica, que no se apega a los conceptos de la lógica ni a los de la retórica aristotélica, que es una observación o análisis de los fenómenos discursivos de carácter político. El poder seductor de la filosofía y en específico de la lógica, la dialéctica y la retórica, ramas de aquella, han suprimido la principal corriente de la retórica antigua: la enseñanza práctica de la retórica.

Para concluir con esta descripción, será necesario considerar lo sucedido en el mundo romano y en la época actual, aunque sea de manera general.

Los autores latinos no se pusieron tantos problemas y se limitaron a emplear una sola palabra para referirse a los diferentes tipos de razonamientos: argumentum. En su Tópicos, es decir, en su Dialéctica, Cicerón define esa palabra como “razón que produce confianza en un asunto dudoso” y, de manera semejante, en su Divisiones retóricas, como “lo probable encontrado para producir confianza” (Cic. Top. 8)[19]. Ambas definiciones son semejantes en la expresión, pero difieren en cuanto a su sentido. En efecto, la dialéctica tiene como propósito resolver un asunto dudoso mediante una ratio y a ello se refiere Cicerón con “producir confianza” con el genitivo objetivo: rei dubiae, pero eso no sucede en la definición retórica, pues ahí no es la ratio lo que crea confianza, sino lo probable, y lo importante no es resolver una duda, sino que el orador mismo se haga confiable, que los jueces crean en él y en lo que dice. El argumento dialéctico se orienta al [106] conocimiento; el retórico, a la obtención del asentimiento por parte del juez.[20]


Conclusiones

Los griegos y romanos de la Antigüedad distinguían claramente entre, por un lado, el campo de la sophía y de la verdad apodíctica y, por el otro, el campo de la doxa, de la opinión, de lo probable y contingente, de lo que puede ser de otra manera, como ya lo había observado con extrema claridad Chaïm Perelman en las primeras páginas de su Tratado de la argumentación. Vivimos en ambos campos sin detrimento de uno ni del otro. Al primero corresponde la lógica; al segundo, la dialéctica y la retórica. De tal manera, los argumentos abordan los tres campos que he diferenciado a partir de Aristóteles.

Lo anterior se puede ejemplificar en el amplio campo del derecho. En primer lugar, el más alto conocimiento, el conocimiento en sí y para sí, el conocimiento divino, se encuentra en materias como la Teoría pura del derecho o Lógica jurídica, inaplicables en la vida diaria del abogado litigante, quien requiere más de mañas que de teorías extravagantes. En lógica, los argumentos corresponden a los silogismos o deducciones apodícticas o demostrativas basadas en la validez de los enlaces de las premisas y la conclusión, debiendo ser la primera verdadera para que la conclusión también lo sea. El argumento lógico abarca otros modos de razonamiento, como son la inducción, que va de los casos particulares a lo universal, y la abducción, que es un proceso cognitivo basado en la observación de los fenómenos para alcanzar hipótesis explicativas. La estructura del argumento se basa en la tripartición premisa mayor, premisa menos y conclusión.

En segundo lugar, el conocimiento de los argumentos dialécticos, esto es, de la refutación correcta o aparente, tiene su ámbito en la actividad del juez y en la actividad del abogado de interrogar a sus testigos y contrainterrogar a los testigos de la otra parte. Los argumentos dialécticos corresponden a silogismos verosímiles o plausibles basados en una proposición general compartida por todos, por la mayoría o por los expertos que permiten a quien interroga refutar las aserciones de la persona interrogada para obtener conclusiones también plausibles. En este caso se debe observar una serie de reglas o principios de cooperación para que el diálogo pueda desarrollarse de manera eficaz, como el requisito de responder con honestidad, con la verdad, con brevedad, cuya violación haría falaz el resultado del proceso refutativo. A este campo pertenece el conjunto de estudios actuales sobre la argumentación, como la Topica y jurisprudencia de Viehweg o el Tratado de la argumentación de Chaïm Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca.

En último lugar, la retórica se encuentra en todas las prácticas del derecho, ya sea como método de composición y presentación de teorías de cualquier género, como una forma de observar las prácticas judiciales, como un mecanismo de decisión por parte del juez y como un arma imprescindible del abogado litigante.

Los entimemas y paradigmas también recibieron en latín el nombre de argumenta y de ahí pasaron al de “argumentos”. Como en la dialéctica, los razonamientos retóricos parten también de verosímiles, de creencias compartidas por todos, por muchos o por expertos, pero no se expresan en diálogo, sino en un discurso seguido; no siguen reglas de cooperación, ni tienen el propósito de llegar de manera honesta a una verdad plausible, sino de persuadir a los jueces de la honestidad de quien habla mediante razonamientos que parecen verdades, aunque no lo sean. Para cumplir su tarea, la retórica recurre a argumentos de cualquier tipo, sean apodícticos, dialécticos o retóricos, aunque en los litigios predominan los entimemas, e incluso las falacias, los argumentos sofísticos y erísticos o los paralogismos. Pero esto es ya otro problema que aquí no voy a enfrentar.


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Bibliografía

Textos

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  2. Aristóteles (1959). Ars Rhetorica. (Recognovit brevique adnotatione critica instruxit W. D. Ross). Oxford: Clarendon Press.

  3. Aristóteles (1999 [1953]). Retórica. (Traducción y edición bilingüe de A. Tovar). Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.

  4. Aristóteles (1990). Retórica. (Traducción, introducción y notas de Q. Racionero). Madrid: Gredos.

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  24. [108]

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  26. Pernot, L. (2013) La retórica en Grecia y Roma. México: UNAM.

  27. Poster, C. (1992) A Historicist Recontextualization of the Enthymeme. Rhetoric Society Quarterly, 22, 1-24.



[1] Como antecedentes de este trabajo pueden consultarse dos artículos míos: (2015) Títulos que engañan: las Refutaciones sofísticas de Aristóteles, Noua Tellus, 32(2), 227-249 y (2015) “Argumentum en Quintiliano, Institutio oratoria 5,10,9-19”, en María Silvana Celentano, Pierre Ciron y Peter Mack (eds.). Rhetorical Arguments. Essays in Honour of Lucia Calboli Montefusco (pp. 203-220). Hildesheim-Zürich-New York: G. Olms Verlag.

[2] Ἔστι δὲ φιλοσόφημα μὲν συλλογισμὸς ἀποδεικτικός, ἐπιχείρημα δὲ συλλογισμὸς διαλεκτικός, σόφισμα δὲ συλλογισμὸς ἐριστικός, ἀπόρημα δὲ συλλογισμὸς διαλεκτικὸς ἀντιφάσεως.

[3] Véase Arist. (SE 101a5-6):  Ἔτι δὲ παρὰ τοὺς εἰρημένους ἅπαντας συλλογισμοὺς οἱ ἐκ τῶν περί τινας ἐπιστήμας οἰκείων γινόμενοι παραλογισμοί, καθάπερ ἐπὶ τῆς γεωμετρίας καὶ τῶν ταύτῃ συγγενῶν συμβέβηκεν ἔχειν, “además, aparte de todos los silogismos dichos, se encuentran los paralogismos que provienen de las premisas propias de algunas ciencias, como la geometría y las emparentadas con ella”; y (SE 101a13-15): […] ἀλλἐκ τῶν οἰκείων μὲν τῇ ἐπιστήμῃ λημμάτων οὐκ ἀληθῶν δὲ τὸν συλλογισμὸν ποιεῖται, “[…] sino que hace su deducción a partir de las premisas propias, pero no verdaderas, de esa ciencia”.

[4] ἔστιν γὰρ τὸ μὲν παράδειγμα ἐπαγωγή, τὸ δἐνθύμημα συλλογισμός, τὸ δὲ φαινόμενον ἐνθύμημα φαινόμενος συλλογισμός. καλῶ δἐνθύμημα μὲν ῥητορικὸν συλλογισμόν, παράδειγμα δὲ ἐπαγωγὴν ῥητορικήν. La idea del entimema como silogismo (retórico) aparece con frecuencia: 1359a10, 1362b30, 1368b2, 1394ª26, 1395b23, 1300b39, 1301a9, etc.

[5] Además, hace referencia en diversos pasajes a otros silogismos. Véase Arist. (Rh. 1358a3-7), donde se refiere a los silogismos en el método dialéctico, diferentes de los retóricos y de los de otras artes y facultades, aunque se refiere expresamente a los silogismos dialécticos y retóricos (véase 1358a11, 1395b24-25 et passim), y a los analíticos (1357a29, 1357b6), pero no a los apodícticos, a los erísticos y a los examinativos.

[6] <Ἐνθύμημα δὲ ἐστὶ συλλογισμὸς ἐξ εἰκότωνσημείων,> εἰκὸς δὲ καὶ σημεῖον οὐ ταὐτόν ἐστιν, ἀλλὰ τὸ μὲν εἰκός ἐστι πρότασις ἔνδοξος· ὃ γὰρ ὡς ἐπὶ τὸ πολὺ ἴσασιν οὕτω γινόμενονμὴ γινόμενονὂνμὴ ὄν, τοῦτἐστὶν εἰκός, οἷον τὸ μισεῖν τοὺς φθονοῦνταςτὸ φιλεῖν τοὺς ἐρωμένους, σημεῖον δὲ βούλεται εἶναι πρότασις ἀποδεικτικὴἀναγκαίαἔνδοξος. “Entimema es un silogismo a partir de verosímiles o signos; verosímil y signo no son lo mismo, sino que verosímil es una premisa creída, pues es verosímil lo que saben que la mayoría de las veces sucede así o no sucede así, o es o no es, por ejemplo: odiar a los envidiosos o amar a los amados. El signo, en cambio, quiere ser una premisa apodíctica, necesaria o creíble”. Luego analiza con base en las tres figuras silogísticas el entimema a través de signos. Por ejemplo, la tercera figura: “los sabios son honestos, porque Pítaco era honesto” [Pítaco era honrado; Pítaco era sabio; entonces, los sabios son honrados]. Como ha afirmado unas páginas antes (AP 68b10-14), no sólo los silogismos dialécticos y demostrativos se forman con base en esas figuras, sino también los silogismos retóricos, de manera que puede suponerse que el entimema es el silogismo retórico, aunque Aristóteles no lo dice.

[7] Πᾶσα διδασκαλία καὶ πᾶσα μάθησις διανοητική.

[8] ὁμοίως δὲ καὶ περὶ τοὺς λόγους οἵ τε διὰ συλλογισμῶν καὶ οἱ διἐπαγωγῆς.

[9]ὡς δ’ αὔτως καὶ οἱ ῥητορικοὶ συμπείθουσιν· ἢ γὰρ διὰ παραδειγμάτων, ὅ ἐστιν ἐπαγωγή, ἢ διἐνθυμημάτων, ὅπερ ἐστὶ συλλογισμός.

[10] Véase, por ejemplo, Hood (1984), Green (1995, con nota en p. 19), Gage (2010), etc.

[11] Ταρβεῖν μέν, ὦ γεραιέ, τἀνθυμήματα / πολλήστἀνάγκη τἀπὸ σοῦ· λόγοισι γὰρ / οὐκ ὠνόμασται βραχέσι·

[12] ἐδόκει καλὸν ενέσθαι τὸ ἐνθύμημα τοῦ Ἀγησιλάου. Véase otro ejemplo claro en Anab. (3.5.12): τοῖς στρατηγοῖς τὸ μὲν ἐνθύμημα χαρίεν ἐδόκει εἶναι, τὸ δ’ ἔργον ἀδύνατον, “a los generales el plan les parecía ingenioso, pero su realización imposible”.

[13] Véase Burnyeat (1996: 92), donde cita a Alcid. Soph. 19.

[14] Isocr. Panath. (XII) 2, Evag. (IX) 10 bis, Soph. (XIII) 16 y Antid. (XV) 47. El verbo correspondiente aparece sesenta y cuatro veces.

[15] En Rh. (1355b35-39), donde se refiere a las pruebas técnicas y no técnicas. Pero, como antes hemos visto, Aristóteles no incluye el entimema en estos medios de pruebas.

[16] La lista completa se menciona en Anaxim. (Rh. Al. 1428a1623), y se desarrolla en las páginas siguientes, hasta 1432b10.

[17] No parece que en este caso Anaxímenes siga a Isócrates, de quien depende en muchos otros aspectos.

[18] Véase Burnyeat (1994: 152): “Any modern logic book that bothers to mention enthymeme will say that an enthymeme is an abbreviated syllogism; that is, a categorical syllogism in which one of the premises or the conclusion is not stated but understood or held in mind (en thumōí), the mind or thumos in question being that of the speaker. The speaker does not express the whole of their reasoning but holds part of it back”. Esta característica del entimema trunco ya ha sido muy criticada, entre otros, por Poster (1992), con numerosos ejemplos de nociones equivocadas y de rectificaciones de helenistas como Freese, traductor de la Retórica aristotélica. Green (1995) observa que desde el Renacimiento hasta el día de hoy se ha desacreditado la idea del entimema como un silogismo incompleto o imperfecto, pero muchos estudiosos del entimema continúan considerándolo como un entimema trunco por razones retóricas (1995: 20). Green hace una revisión minuciosa de la historia del sentido reductivo del entimema, empezando por los pasajes de Aristóteles que supuestamente dieron origen a esa interpretación errónea (Arist. Rh. 1357a16 ss., y 1395b249), pasajes que se leyeron desde la óptica de la lógica quince siglos después de la muerte de Aristóteles, tiempo durante el cual la obra no fue conocida (1995: 21). El problema se origina por la inclusión de una glosa (ἀτελής, “incompleto”) incorporada al texto de los Analíticos primeros (APr 70a10), a partir de una concepción originariamente estoica (no aristotélica) del entimema como silogismo incompleto, concepción que a la postre se hizo general, incluso entre los propios comentadores y glosadores de las obras aristotélicas.

[19] “Ratio, quae rei dubiae facit fidem”. Véase Part. Or. (II 5): “Probabile inventum ad faciendam fidem”.

[20] Habrá que aclarar que el argumentum no es una prueba, sino un medio de prueba, como aparece en la siguiente definición: “la prueba es una demostración hecha mediante argumentos de un asunto dudoso”, rei dubiae per argumenta facta demonstratio, definición vigente en la Edad Media, atribuida a Tancredo de Boloña, jurista del siglo XIII (Lévy, 1939: 22), como reformulación de la definición ciceroniana.